Cuando salió del estudio, el rostro de Rocío se descompuso y su mirada se nubló con malevolencia. Era tan desagradable tener que decirle esas palabras a Joel. «No puedo creer que ese viejo senil piense que de verdad cambié mi manera de pensar sobre Marina. Que se pudra. ¿De verdad cree no me di cuenta de la foto en la mesa? Sé que es una foto de Marina que dice “Sexto Mes del Bebé” en el reverso. La he visto antes y reconozco con facilidad que la letra es suya. Parece que el viejo tonto ahora se arrepiente de sus acciones». Hizo una mueca. «Maldita seas, Marina Campos».
Mientras tanto, Paulina era rehén de Zoila. Aunque ardía de odio, sabía que cualquier intento de escapar era inútil. No tenía sentido luchar. Por lo tanto, se obligó a entrar en un estado de meditación por el momento. Pero tampoco se quedó de brazos cruzados. Zoila no la tenía dominada por completo. A través de algunos trucos sigilosos, se las arregló para enterarse de lo que pasaba. Su resentimiento hacia Marina no se había reducido en lo más mínimo.
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