Con una sonrisa de oreja a oreja, empezó a quitarse la bata mientras se dirigía a la cama y se acostaba junto a ella. Marina Campos abrió los ojos cuando sintió que la cama se hundía a su lado. Lo primero que apareció a la vista fue su musculoso pecho. Sin embargo, cuando miró hacia abajo, su rostro se puso rojo al instante.
Quiso darse la vuelta hacia el otro lado, pero Elías Valle no se lo permitió. La agarró y la besó con mucha pasión, con unos labios fríos al tacto que formaban un enorme contraste con su cálido cuerpo. No pasó mucho tiempo antes de que Marina cediera a sus suaves y cariñosos ataques. Su visión pronto se volvió borrosa y su temperatura corporal también se disparó.
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