Marina se rio junto con Tatiana. Las dos se divertían mucho. Los que las rodeaban se reían al ver lo bien que la pasaban. Eran un hermoso dúo de madre e hija. Llamaron la atención nada más entrar. La interminable paciencia de Marina con su hija, que nunca se mostraba molesta y siempre sonreía. Algunos padres incluso asentían en señal de aprobación.
Mientras tanto, Paulina se ponía el uniforme de conserje en la oscuridad. Pidió al otro conserje un trapeador y se puso a limpiar con ahínco. Echó un vistazo a su alrededor y descubrió que esta era la única salida del castillo inflable. Paulina lo había pensado bien. Elías había arruinado su vida, pero aquí estaba Marina, su enemiga, vivía su mejor vida. No era justo.
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