—A partir de ahora, tú eres el encargado de recoger a Marina. ¿Cómo puedes llamarte a ti mismo un buen marido cuando Marina tiene que conducir ella misma a todas partes? La Señora Lagos había decidido por ella antes de que Marina pudiera siquiera decir una palabra. Las cosas se pondrían incómodas si ella protestara. La Señora Lagos parecía estar hoy de muy buen humor. Después de la cena, tomó a Marina del brazo y siguió la charla con ella.
Al día siguiente, cuando Marina se despertó, encontró a Tatiana incómoda. Se quejaba y daba vueltas en la cama. Al darse cuenta de que Tatiana se había puesto enferma, le dio unas palmaditas para despertarla y darle algo de comida. Pero en cuanto tocó a Tatiana, descubrió que su temperatura había subido. Levantó con rapidez a Tatiana, le tocó la frente. Estaba caliente.
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