Capítulo 4 Llevado a casa de una mujer
Marina quedó aturdida. Antes de que pudiera responder, Jorge Hernández le guiñó un ojo.
Todo el mundo podía notar que a este principito le gustaba mucho Marina. Sería genial que ella pudiera establecer una buena relación con él.
Marina no tuvo más remedio que cargarlo de nuevo. Este pequeño parecía complacido y la abrazaba aún más fuerte. Sus ojos se iluminaron. Marina también se encariñó con él y lo llevó afuera.
Cuando estaban afuera, Marina sonrió al pequeño y le agradeció su ayuda:
—Lindo bebé, gracias por ayudarme hace un momento.
—De nada. Ella es sólo otra mujer desagradable. Hay muchas alrededor de mi padre. Estoy acostumbrado a ello.
El principito podría parecer un niño, pero sonaba asertivo. Como un alma de hombre adulto atrapado en el cuerpo de un niño.
Marina lo encontró divertido.
—Eres tan joven, pero dijiste que estás acostumbrado.
El principito suspiró y dijo con una mirada seria:
—Es algo que no se puede evitar. Mi padre es demasiado atractivo, así que todas esas mujeres vuelan hacia él como moscas. Siempre lo rodean y eso es muy irritante. Pero tú es diferente, señora. Eres tan bonita y gentil. Me agradas. Así que... ¡Decidí cuidarte! —Al enterarse de esto, Marina casi se cae. Incluso sospechó que tenía problemas auditivos. «¿Cuidarme?», se extrañó. ¡Un bebé de cinco años dijo que quería cuidarla! Marina se quedó estupefacta por su oferta: «¿Te das cuenta de la responsabilidad que conlleva cuidar a alguien? ¿Pero quieres cuidarme?». Ella no pensó mucho en sus palabras, ya que planeaba llevarlo abajo y volver al trabajo. Sin embargo, el principito la miró con entusiasmo—. Silencio es consentimiento. Entonces, has estado de acuerdo, ¿verdad?
Marina rompió en risas:
—Sí, he estado de acuerdo.
—¿En serio? ¡Excelente! Entonces te irás a casa conmigo más tarde.
El principito estaba tan feliz que las esquinas de su boca se curvaron hacia arriba. Debido a eso, sus claras mejillas se volvieron rosadas y se veía tan adorable.
¡Era tan adorable que nadie podía resistirse a besarlo! Sin embargo, Marina suprimió su impulso y encontró la situación cómica:
—¿Irme a casa contigo? Creo... Creo que eso no es necesario, ¿verdad?
El principito dijo con severidad:
—Habías aceptado dejarme cuidar de ti. ¿Estás tratando de retractarte de tus palabras? Mi papá dijo que tu nariz crecerá mucho si mientes.
Fue sólo entonces cuando Marina se dio cuenta de que este pequeño era serio. No estaba bromeando en absoluto.
Pero... ¿No era eso raro?
Era tan joven, ¿de dónde había aprendido esas palabras? ¿Cómo educarían los Valle a su próxima generación?
Mientras hablaban, ya habían llegado a la planta baja. Un lujoso Rolls Royce estaba estacionado en la puerta. Los guardaespaldas se inclinaron y abrieron la puerta del auto. Sin embargo, el principito todavía se abrazaba con fuerza a Marina mientras esperaba una respuesta.
Marina se sintió avergonzada por su mirada constante y respondió de inmediato:
—Bebé, debemos ver cómo van las cosas, ¿de acuerdo? La tía Marina necesita volver al trabajo más tarde. Entonces, deberías volver a casa pronto, ¿de acuerdo? Con respecto a que cuides de mí... Ammm... hablemos de ello más tarde, ¿de acuerdo?
—No. Ya me lo habías prometido. No puedes retractarte a tu promesa. —El principito era persistente. Marina se sintió preocupada y se culpó a sí misma por haberlo tomado demasiado a la ligera. «¿Qué debo hacer?», se preguntó. Sería considerada una mentirosa si no estuviera de acuerdo. Pero si ella estaba de acuerdo... él era tan joven y ella no era un pedófilo. Justo cuando no tenía idea de qué hacer, el pequeño dijo—: ¿Eres reacia a ir a mi casa?
Marina asintió con la cabeza de manera repetida:
—Sí. Los Valle son considerados una familia próspera. Debe haber muchas reglas a seguir. Nos acabamos de conocer hoy. Si fuera a tu casa, todos pensarían que soy una estafadora. Por lo tanto, no puedo estar de acuerdo.
El principito inclinó la cabeza por un momento y pareció aceptar los razonamientos:
—Bien, entonces. Está bien si eres reacia a ir a mi casa. Podemos ir a la tuya. —«Cof...», Marina se ahogó con su propia saliva. «¿Por qué seguimos en el mismo tema?»—. ¿No podemos hacer eso tampoco? —El principito era infeliz. Sus ojos se volvieron rojos y miró con tristeza a Marina—: ¿Me odias?
Marina se sintió desconsolada mirándolo. «Claro que me gustas. ¿Por qué te odiaría? Eres tan adorable y guapo. Tus labios rojizos y tus dientes blancos hacen que mi corazón se derrita cuando sonríes, ¿lo sabes?». Marina terminó accediendo y dijo:
—Está bien, está bien. Te traeré a la casa.
Dicho esto, cargó al principito y se sentó en el asiento del pasajero. El principito se escondió en el abrazo de Marina mientras estaba feliz de haber conseguido lo que deseaba.
***
En este momento, en la oficina del CEO de Grupo Valle.
Elías Valle estaba detrás de su mesa de la oficina revisando el informe de finanzas. Su asistente, Alan, trajo una taza de café y lo dejó sobre la mesa mientras informaba:
—Jefe, el guardaespaldas del joven Valle llamó y dijo que el joven había ido a Entretenimiento Creativo y había creado una escena.
Elías estaba sentado erguido mientras revisaba el informe de finanzas y respondió con sosa:
—Si él lo quiere, déjenlo ser, mientras ya no esté malhumorado. Si necesitamos compensar a la compañía por cualquier pérdida, entonces simplemente hazlo.
Alan tosió con ligereza:
—No hay necesidad de compensar nada, pero... Oí que lo llevaron a la casa de una mujer.
—¿Mujer? —Elías al fin levantó la mirada y frunció el ceño un poco—: ¿Qué mujer?
—Parece que ella es una de las empleadas de Entretenimiento Creativo. Se dice que el joven Valle le tiene mucho cariño. La abrazó y se negó a soltarla. Incluso dijo que quería cuidar de ella.
Alan se sintió incómodo mientras decía esto.
Como era de esperar, el rostro de Elías se oscureció al escuchar esto:
—Dile a Marco que, si continúa enseñando tonterías a Santiago de nuevo, será enviado a África para administrar el negocio allí para siempre. Él no tiene que volver más.
—Sí señor. —Alan tomó las indicaciones de inmediato y luego preguntó de manera cuidadosa—: ¿Deberíamos enviar a alguien para traer de vuelta al joven Valle?
Elías levantó las cejas consternado y respondió:
—Cuando está malhumorado, se niega a escuchar a nadie. Voy yo. Dame la dirección.
—Ciudad del Norte. Es una pequeña comunidad llamada Jardín del Sol. —Alan le dio la dirección de inmediato.
Elías asintió con la cabeza mientras agarraba la llave de su auto y salía de la oficina.