Marina miró hacia la dirección de la entrada de su oficina, ya que estaba un poco preocupada de que Elías también estuviera allí. Se sintió aliviada cuando no vio a nadie allí. Entonces, los ojos de Santiago se enrojecieron y se llenaron de lágrimas mientras decía con preocupación:
—Papá está enfermo, gravemente enfermo, y se niega a tomar su medicina. ¡Tía Marina, tienes que ir a verlo!
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