—Sé que estás ocupada, pero aun así debes tener en cuenta el tiempo. No sobrecargues tu cuerpo. No has comido, ¿verdad? —preguntó Gerardo, preocupado.
—Muy bien, lo entiendo. Gracias señor, me iré en cuanto termine. —Marina colgó el teléfono y se puso a resolver los problemas de su trabajo.
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