Elías aceleró de camino hacia el hospital. Vio que Marina estaba hecha un ovillo en el corredor cuando llegó. Se apresuró a caminar hacia ella y la jaló hacia sus brazos. La apretó con fuerza. Lo hería verla tan triste.
—Está bien, querida. Está bien. Ya envié a las personas a que trajeran sangre. No te preocupes. —Siguió consolándola.
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