El resto se quedaron estupefactos cuando escucharon a Paulina exigiendo a Marina que se arrodillara y se disculpara. Bianca, que odiaba a Marina, se alegró de su desgracia. Saúl frunció el ceño, pero no se opuso, ya que parecía estar dando su consentimiento a la solicitud de Paulina.
La única persona que dudó fue Jorge.
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