Al terminar la conversación telefónica, en el pasillo solo había un silencio sepulcral. Elías Valle y Queta Soria estaban preocupados por Marco Valle, que seguía en el quirófano. Ninguno de los dos habló de sus preocupaciones, así que permanecieron en silencio. La puerta de la sala de operaciones se abrió por fin después de dos horas. Elías y Queta Soria corrieron hacia la puerta en cuanto se abrió.
—Doctor, ¿está bien? —preguntó Queta Soria con ansiedad.
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