Ninguno de los dos volvió a mencionar el tema esa noche. Aunque vivían bajo el mismo techo, cada uno pensaba de forma diferente. Marina se acostó temprano, pero no pudo conciliar el sueño. Se quedó mirando el techo hasta la medianoche.
Mientras tanto, Fabián tampoco pudo conciliar el sueño porque tenía muchas cosas en la cabeza. No dejaba de pensar en cómo arrebatarle Marina a Elías y en cómo ahuyentar a aquel hombre. Sus pensamientos eran un desastre.
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