A medida que pasaba el tiempo, la visión de Marco se volvía cada vez más borrosa y su conciencia empezaba a perderse. Sabía que no debía dormirse, pero de verdad quería cerrar los ojos, aunque fuera solo un minuto. Mientras tanto, Elías se había apresurado a llegar a la escena, pero no pudo encontrar a Marco ni a Queta después de buscar durante mucho tiempo.
Después de buscar durante más de media hora, el fuego se había extendido y se había vuelto más agresivo, lo que hacía aún más difícil moverse. Justo cuando estaba a punto de volver a correr, los policías que lo rodeaban le disuadieron:
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