No se escucharon pasos siguiéndola. Elías había dejado de perseguirla.
Marina se tambaleó y se detuvo en una esquina, agarrándose el pecho donde tenía el corazón. Luego se desplomó con lentitud en el suelo como si su energía se hubiera agotado. Se acurrucó contra la pared de la esquina mientras se agarraba la mano derecha entumecida. Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.
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