Pero antes de llegar a Tatiana, la severa voz de Santi gritó desde atrás.
—¡Detente! No toques a mi hermana. —Giró la cabeza y vio a Santi corriendo hacia ella con una botella de agua en la mano. Se paró frente a Zoila y la miró con recelo—. ¿Qué quieres?
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