Capítulo 460 Pérdida de la razón
Cuando Hilda regresó al Grupo Leiva, su mente estaba llena de preguntas mientras se preocupaba por el siguiente paso. En el momento en que abrió la puerta de la oficina, Hilda tuvo ganas de llorar, pero no tenía lágrimas para derramar. Miró al hombre sentado en su asiento y le dedicó una sonrisa que parecía peor que el llanto.
—¿A dónde irás? —Matías miró a Hilda con desdén.
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