Capítulo 710 Una cabaña de madera con una atmósfera espeluznante
Por fortuna, nadie conocía a Hilda y Leonardo en aquel lugar remoto y atrasado, por lo que este último se sentía menos avergonzado. A veces, era quizá el comportamiento varonil de Hilda lo que le tocaba la fibra sensible.
El chico se adentró en el bosque, pero Hilda olió aquella extraña fragancia antes de que entraran. Frunció el ceño y no tuvo ganas de entrar, pero el chico se dio la vuelta y pareció darse cuenta de su vacilación. Señaló una dirección y le dijo:
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