Capítulo 401 Sus ojos
Tal y como Antonio había predicho, a mitad del banquete, Matías agarró un micrófono y la animada sala se quedó en silencio, de modo que solo se escuchaba la voz de Matías.
—Gracias a todos por tomarse el tiempo de asistir a mi banquete. Llevo algún tiempo en Ciudad B y me gustaría agradecerles a todos su atención.
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