Capítulo 628 Tales secuestradores despreciables
Pregunta tras pregunta seguía llegando, e Hilda estaba atrapada en ese juego. ¿Quién demonios era el que comandaba las piezas en ese tablero? El cielo en Ciudad B estaba en ese momento cubierto de nubes. Del mismo modo, las emociones de Hilda estaban enredadas. En ese momento, lo que más preocupaba a Hilda era el paradero de Maira.
Cuando Matías llamó, Hilda contestó con premura su teléfono. En ese momento, su voz era música para sus oídos.
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