Capítulo 418 Un maestro de la digresión
Un silencio descendió sobre la sala y el aire se volvió espeso a su alrededor. Era sorprendente que Matías pudiera mantenerse firme a pesar de la inmensa presión que parecía provenir de la desaprobación de todos los demás a su sugerencia.
Como esto no tenía nada que ver con ella, Hilda se sentó en silencio a un lado, con una plácida sonrisa en los labios. Matías, en cambio, la miraba con ojos oscuros. De seguro estaba pensando en la forma de echarla en cara, pero otros podrían percibir la expresión de su rostro como de cariño.
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