Capítulo 91 Déjeme ayudarle con eso, Presidente Hernández
Maira no pudo evitar regañarse por dentro por ser una idiota después de terminar su frase. «¿Es necesario decirle este tipo de cosas en persona? Además, podría haberle llamado aunque quisiera informarle de eso y sin embargo conduje hasta aquí tan tarde en la noche, ¡como si tuviera un propósito inconfesable!».
Enrojeciendo de vergüenza, Maira se encontró de repente sin saber dónde poner el par de manos que había colocado en el volante.
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