Capítulo 25 La Señorita Sierra debe entrar en el auto de enfrente
Maira apretó los labios y miró por fin al hombre que estaba sentado en la cabecera de la mesa.
La luz del sol que brillaba a través de los ventanales de gran tamaño resaltaba sus rasgos faciales y los hacía parecer aún más prominentes. Tenía un cigarrillo colgando en la mano izquierda y la corbata un poco suelta contra su camisa blanca. Sus largas piernas estaban cruzadas mientras miraba con pereza los dos borradores de diseño que tenía delante. Al contrario de su habitual expresión severa o de la ilusión de su dulzura por la mañana, en ese momento parecía un joven profesional, que brillaba por todas partes.
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