Capítulo 11 Director Hernández, ¿Heredia alguien que le guste?
Maira dejó de escribir, pero no levantó la cabeza.
—No hace falta que vuelvas conmigo. Se lo explicaré a mamá cuando llegue a casa.
—¿Qué le vas a explicar? —La expresión de Simón era sombría mientras entrecerraba los ojos—. Maira, no estás loca, ¿verdad? Yo nunca te imaginé como una persona mezquina.
«¿Mezquina?». Maira cerró los ojos. «¿Qué debería hacer para no ser mezquina, entonces?».
—Mi marido va a comprar un traje para su amante antes de llevarme a casa. Simón, ¿no crees que eres cruel?
Como sabía que no iba a poder concentrarse en el diseño, dejó el bolígrafo antes de levantar los ojos para mirar al hombre, de increíble belleza. Simón era muy apuesto, tenía la nariz alta y los labios finos. Cuando miraba a una mujer con dulzura, le parecía que estaba a punto de procurarle el mundo entero.
«¿Cómo podría una mujer no enamorarse de un hombre como él?».
—Director Chávez, si no tiene nada más que hablar, por favor, márchese. No puedo atenderlo porque aún tengo otros asuntos que tratar. —Maira le pidió con calma que se fuera.
Al oír eso, la expresión de Simón se ensombreció en extremo. La observó con una mirada fría antes de resoplar.
—¡Haz lo que quieras! —dijo antes de marcharse.
Al contemplar su retirada, Maira respiró hondo para aliviar la sensación de asfixia que sentía en su corazón. En ese momento sonó su móvil. Echó un vistazo a la pantalla y su expresión se volvió fría, al tiempo que rechazaba la llamada enseguida. Colocó el móvil sobre el escritorio antes de mirar el boceto de diseño que tenía delante mientras sus ojos perdían poco a poco la concentración.
Cuando llegó la hora de salir de la oficina, la bella Elsa recogió sus cosas y se marchó mientras Maira la miraba de espaldas con una mirada fría. Continuó con su trabajo de horas extras en la oficina para perfeccionar los planos.
Había investigado los antecedentes de Antonio, que incluían sus proyectos anteriores en el sector inmobiliario, en un intento de sacar alguna información útil. Por ejemplo, su estilo arquitectónico preferido, para poder incorporar esos elementos a su diseño.
En el proceso, se encontró por casualidad con un breve vídeo sobre él, que en realidad se había grabado esta mañana. Llevaba un traje negro inmaculado que acentuaba su figura alta y esbelta, mientras sus largas piernas estaban cruzadas de manera informal y su apuesto rostro se mostraba impasible. Los espectadores pudieron captar con facilidad su aura única a través del vídeo.
La primera parte del vídeo giraba en torno al desarrollo de la carrera de Antonio. Hacia la parte final, la presentadora lucía una sonrisa juguetona al preguntar:
«Director Hernández, la última pregunta es personal. Por supuesto, no soy la única curiosa. Creo que todas las mujeres solteras que están frente a sus pantallas son igual de curiosas. Esta es la pregunta: Director Hernández, ¿hay alguien que le guste ahora?».
En el momento en que formuló la pregunta, la escena se quedó en silencio al instante, ya que nadie esperaba que la presentadora hiciera semejante pregunta.
En un principio, nadie pensó que respondería a una pregunta tan absurda, pero Antonio contestó sin pensarlo:
«Ahora no».
La anfitriona no pudo entender su respuesta y cayó en un fugaz aturdimiento. Sin embargo, enseguida comprendió sus palabras y continuó emocionada:
«En otras palabras, Director Hernández, usted tiene una persona que le gusta desde hace mucho tiempo. ¿Está usted en una relación con dicha persona en la actualidad? Por lo que sé, usted sigue soltero. ¿Significa esto que está enamorado en secreto de esta persona?».
Antonio entrecerró los ojos y no respondió a la pregunta, a pesar de que la respuesta a la pregunta era bastante obvia para todos. Justo cuando la presentadora tenía intención de continuar con las preguntas, se insertó a la fuerza un anuncio en el video, con lo que concluyó la breve entrevista.
Maira apagó el video. Estaba un poco sorprendida, ya que no esperaba que un hombre como Antonio estuviera enamorado de una mujer.
«Me pregunto qué tipo de mujer es la adecuada para un hombre como él».
Sin embargo, pronto dejó de lado el asunto y continuó con su proyecto. En ese momento, sonó su móvil. Echó un vistazo a la pantalla y, tras sentirse molesta, añadió de inmediato el número a la lista negra. Al cabo de un rato, su teléfono volvió a sonar. Pero esta vez se sintió aliviada y atendió la llamada.
—¡Maira! —La voz de Estela, algo emocionada, se escuchó desde el otro lado de la línea.