Capítulo 436 El fin justifica los medios
La tormenta había estado rugiendo durante la mayor parte de la noche. Hilda dio vueltas y vueltas en la cama, la premonición de que algo malo sucedería arrastrándose debajo de su caja torácica como una picazón que no desaparecería. Se incorporó de un salto en la cama cuando el trueno retumbó sobre su cabeza y, en el violento parpadeo de la luz de la noche, recordó un momento específico de su infancia en el que se había enfrentado sola a los horrores de una tormenta.
Se bajó de la cama y se puso la bata antes de arrastrarse hacia la ventana. Al recorrer una fracción de la cortina, vio que la escena que alguna vez pensó que era aterradora ya no la asustaba, pero su corazón se encogió con su antiguo e inexplicable miedo a las tormentas eléctricas.
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