Capítulo 79 No puedo evitarlo
Tras el encuentro con Simón, el buen humor de Maira de cuando estaba jugando póquer con los hombres se había desvanecido por completo. Estaba a punto de preguntarle si le importaría tomar un taxi para volver a casa, pero el hombre que estaba ante ella se dirigió de pronto al asiento del copiloto y abrió la puerta del auto. Al ver que ella permanecía inmóvil, Antonio arqueó una ceja en señal de sorpresa.
—¿Qué pasa? —dijo al sentarse en el asiento.
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