Hilda le lanzó una mirada y él le dio la llave. Nadie podía detenerla una vez que había decidido algo. Había una vibra imperial en ella que impedía que alguien le diera un rechazo. Una vez que tomó la llave, saludó al guardia.
—Vuelve aquí por la llave después de una hora.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread