El cristal se rompió y quedó por todo el suelo, seguido de su fuerte sonido penetrante. Elías no se percató en absoluto del cristal roto. Sus ojos estaban fijos en la mujer. Sus ojos estaban llenos de dolor, conmoción, sorpresa e incredulidad. Apretó las manos con fuerza y tembló un poco.
El Señor Quiñones sintió que algo iba mal. Elías siempre había sido tranquilo y sereno. Nunca había mostrado ese cambio emocional en público. La decepción en su rostro era evidente. El Señor Quiñones se sorprendió. Siguió la mirada de Elías y miró en la misma dirección. Su rostro también cambió de inmediato. Ella. Ella era...
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