No obstante, Marina no era idiota tampoco. Había escuchado de lo que pasó en los últimos días en el Grupo Campos. Eso, combinado con el hecho de que Elías estaba en verdad ocupado, hacía que fuera muy evidente que algo estaba ocurriendo.
Un día, después del almuerzo, Elías regresó a trabajar en su escritorio. Estaba tan ocupado y absorto en su trabajo que no escuchó que Marina lo llamaba varias veces.
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