Cuando por fin regresó a casa, Marco disfrutó el lujoso trato de un rey. Las personas en la casa cumplían todos sus deseos y pudo recuperarse con mucha comodidad.
Ya que no se había recuperado del todo, Elías y marina decidieron posponer su luna de miel para acompañarlo hasta que se sintiera mejor. Por desgracia, Elías se sentía cada día más impetuoso. Llegó el día en el que la Señora Valle no soportó ver a su hijo de arriba abajo en la casa como si fuera un loco que tuviera un palo metido en el trasero. Decidió organizar una fiesta nocturna para aliviar su aburrimiento.
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