La noche anterior a la fiesta, Marina llegó temprano a casa después de trabajar. No pudo evitar sentirse triste ante su casa vacía. Ella tampoco sabía por qué pensaba en Elías cuando se encontraba en silencio. Los pasados días tranquilos la hicieron sentir cómoda e incómoda a la vez. Era como si Elías y Santiago hubieran desaparecido de verdad de su vida. ¿No los vería de nuevo?
En ese momento, sonó el teléfono de su escritorio. Cada vez que escuchaba su teléfono, pensaba que era Santiago o Elías llamando. Pero no fue así. Era Gerardo. Los ojos de Marina brillaron ligeramente cuando volvió a sus sentidos y tomó el teléfono.
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