Él se veía muy misterioso, lo cual hizo que Marina sintiera aún más curiosidad mientras lo seguía. La llevó a una fila de figuritas de robots quienes estaban caminando gracias al control remoto que él había aparecido de la nada. «¡Pero… detente…! ¡Estas no son figuritas, son robots reales!».
Uno de los robots de repente se encorvó como un sirviente y le preguntó:
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