—Marina, ya le quitaste demasiado tiempo. Para empezar, no deberías haber aparecido en este mundo. ¡¿Por qué sigues viviendo una vida miserable hasta ahora?! ¡Mereces la muerte! Tú eres la que más merece la muerte. —Diciendo eso, Zoila colocó la daga en la barbilla de Marina.
La fría hoja le recordó a Marina lo peligrosa que era la situación actual. Se obligó a calmarse mientras se devanaba los sesos para pensar en una estrategia para escapar. Era muy consciente de que Zoila quería quitarle la vida, pero aun así preguntó con timidez:
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