Como el estado de Santi había mejorado, las preocupaciones de Marina disminuyeron poco a poco. Sin embargo, por culpa y preocupación, pasaba la mayor parte de su tiempo con él. Mientras tanto, aunque Sonia también se había recuperado después de algunos tratamientos, seguía preocupándose por Marina. Acostada en la cama, estaba furiosa por la pasividad de su hijo.
—Fabián, en realidad no te quiero regañar, ¡pero deberías visitar a Marina de manera regular!
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