Cuando la cara conocida apareció en su vista, Elías arqueó las cejas mientras miraba al Señor Lagos, cuya mirada cambió un poco. Sin embargo, al momento siguiente, su expresión volvió a la normalidad. Saludó a Elías con naturalidad.
—Hola, Señor Valle. ¿Cómo le va? ¿Todavía se acuerda de mí?
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