Fabián sintió que se le caía el corazón, pero aun así le sonrió con calidez. Fingiendo estar bien, le dio una palmadita en el hombro a Marina y le dijo con despreocupación:
—Ahora somos familia. No hace falta que seas tan cortés conmigo. Yo también echo de menos a Tatiana. Lo lógico es que te acompañe. Además, yo también tengo que dar las gracias al Señor Valle como es debido.
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