La respuesta de Bailey a la pregunta de Cassius fue breve; en su lugar, sólo ofreció una sonrisa cómplice, estudiándolo de cerca. Sintiéndose un poco incómodo bajo su intenso escrutinio, Cassius se tocó inconscientemente la nariz para aliviar su timidez.
—Señorita Bailey, ¿ha sido tonta mi pregunta? —preguntó en busca de consuelo.
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