En la mirada de la joven se leía el pánico, pues ella no era Vespera. Su nombre era Lina Young, y ella era una evaluadora corriente de una casa de empeños del extranjero. Incluso si hubiera estudiado durante otros veinte años, era probable que nunca llegaría al nivel de pericia de Vespera. Sin embargo, con tanta gente mirando, no se atrevía a decir su verdadera identidad.
―¿Qué tonterías dice? Claro que lo soy. El collar es auténtico, ¿no es suficiente eso como para demostrar que soy Vespera? ¿Por qué iban a invitar a una impostora que viniera?
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