El ambiente del estudio se tensó cuando el estruendo de la taza partiéndose en mil pedazos reverberó por toda la sala.
―¿Qué pasa? ¿No estás de acuerdo con las condiciones? ¿Acaso vas a desdecirte? No pasa nada si lo haces. Sólo quedan dos años, así que puedo esperar a que pasen. En cuanto al funeral de hoy, no voy a aparecer. Vosotros dos podéis ocuparos de eso —dijo Víctor, que se apoyaba contra el armario con aire despreocupado.
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