Justin no hablaba ni con humildad ni con arrogancia. Su tono era firme y extremadamente persuasivo. Los alrededores volvieron a llenarse de murmullos intermitentes. En esencia, todos sugerían que Scarlett había empezado a sentirse culpable y no se atrevía a presentarse a la prueba de paternidad.
Scarlett, por su parte, creía que Justin lo había dicho a propósito, sólo para hacerla dudar y confirmar el hecho de que el hijo que esperaba no era suyo. Si no lo aclaraba en el acto, podía olvidarse de salir impune. Justin había calibrado con precisión su naturaleza orgullosa, sabiendo que nunca recurriría a la amniocentesis.
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