Capítulo 5: Cinco tendencias en redes sociales
Maxton se quedó mirando el delicioso plato de carne especiada y picante que Bailey acababa de preparar, y se le hizo la boca agua al instante. «Qué pinta tiene eso, estoy famélico» se dijo el niño mientras lanzaba miradas golosas a la comida.
—Mi padre me ha dejado sin comer durante dos días —comenzó a decir Max con timidez. Sus palabras, sin embargo, pasaron por encima de la cabeza de Bailey. «Creía que este chico pertenecía a la familia Luther. No hay forma de que Artemis permita que muera de hambre. No sabía que estuviesen arruinados» se dijo ella—. Mami, tengo hambre… —suplicó el niño.
Bailey puso los ojos al escuchar las palabras de Max. «¿Por qué no deja de llamarme “mami”? Espero que no esté tratando de quedarse a vivir en mi casa y que yo lo adopte. Por favor pequeño, no me hagas eso; bastante tengo con los dos bribones que tengo en casa, entre los dos van a terminar por volverme loca. No puedo con otro mocoso malcriado» pensó ella.
—Pero bueno Bailey, ¿te has juntado con un anciano nuevo? ¿Desde cuándo tienes otro hijo de mi misma edad? —intervino Zayron.
En cuanto escuchó aquello, la mujer se quitó una pantufla y se la lanzó.
—Apártate de mi vista —respondió Bailey.
Zayron le dedicó una sonrisa socarrona y caminó hacia Max, tras lo que le observó de arriba abajo.
—¿No eres acaso Maxton Luther? Estás valorado en cientos de billones. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién con dos dedos de frente cambiaría la mansión Luther por esta casa minúscula?
—Basta, Zayron Jefferson —interrumpió Bailey con gesto adusto—: ¿Es que no ves que el chico está deshidratado? Tráele un poco de agua, debe tener la boca reseca. No puedo dejar que se muera dentro de nuestra casa, seremos responsables de eso.
Zayron abrió la boca para responder, pero antes lanzó una mirada pícara a su alrededor.
—Éste es un gran momento. Necesito que actuemos esto juntos.
Tras coger un cuenco de sopa de la cocina, Bailey se sentó al lado del niño para comprobar que Max estuviese bien. «Hum. La verdad es que su parecido con Artemis es asombroso, pero sus rasgos no tienen nada que ver con los de Rhonda. Honestamente, creo que le he visto antes en alguna parte» pensó la mujer.
—Vamos, tómate la sopa tú solo —le animó ella, pero Maxton infló los carrillos y negó con la cabeza.
—Estoy agotado. No he probado un solo bocado en días, así que ni siquiera puedo moverme —contestó el chico.
«Este niño está muy mimado» se dijo Bailey. En un principio, supuso que tal vez la familia Luther le había dejado en su casa para que ella cuidase del chico durante un rato; sin embargo, dos días después aún no había aparecido nadie a recogerle, lo que desconcertó profundamente a la mujer. «Señor Luther, ¿acaso pretende que críe a un príncipe como si fuese un mendigo para que sea su heredero?» pensó ella, confundida.
Sin embargo, Bailey parecía ser la única que estaba preocupada por la presencia del chico, pues Maxton y Zayron se llevaban de maravilla. Zayron pensó que Maxton no era más que un chico despistado, e incluso le animó a sacar dinero de la cuenta de Artemis. Sin embargo, aún era demasiado pronto para determinar quién sería el despistado al final del día.
Cuando cayó la noche, Bailey dejó a los dos niños jugando en el estudio con la compañía del perro, y aprovechó aquel momento de tranquilidad para tumbarse en el sofá y ponerse al día con las últimas noticias de Twitter: «Noticias de última hora: el hijo ilegítimo de siete años de Artemis Luther»; «Se filtran fotos del hijo ilegítimo de Artemis Luther»; «El hijo ilegítimo de Artemis Luther es mucho más guapo que Maxton Luther»; «El hijo de siete años de Artemis Luther en compañía de su primer amor»; «Artemis Luther ha admitido que el chico es su hijo» eran los cinco trending topics estrella no sólo de Twitter, sino de todas las redes sociales.
Esos temas atrajeron la atención de los internautas, de modo que todos discutían acerca de aquel espinoso asunto; en solo media hora, las publicaciones acerca del hijo ilegítimo de los Luther ya acumulaban billones de «me gusta». Movida por la curiosidad, Bailey entró en una de las publicaciones, que afirmaba contar con fotos del hijo ilegítimo. «¿Cómo me voy a perder un cotilleo de este calibre sobre Artemis? Ese tipo me estuvo persiguiendo durante seis meses, así que lo justo es que le “retribuya” presionando el botón de “me gusta” en este tipo de publicaciones», se dijo ella con una sonrisa maliciosa, pero se quedó helada en cuanto vio que el niño de las imágenes no era otro que Zayron Jefferson. En ese momento, Bailey saltó del sofá, corrió al estudio y sacó al niño de la estancia a rastras.
—¡Explícame ahora mismo qué pasa con las fotos que acabo de ver en Twitter! ¿Hijo ilegítimo? ¿Acaso has perdido la cabeza, Zayron Jefferson? ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Estás tratando de llamar a la Muerte para que toque a tu puerta? —exclamó Bailey, tras lo que se quedó mirando durante unos instantes la foto de Zayron en la pantalla de su teléfono—. Es cierto que te pareces a él, pero ¿sabes qué? ¡Eres un don nadie! ¡Ni en sueños podrías tener a alguien así como padre!
Zayron puso los ojos en blanco al escuchar las palabras de su madre.
—Bueno, como edité las fotos, sí que nos parecemos mucho en ellas —respondió el niño, tras lo que Bailey le fulminó con la mirada.
—Ya estoy harta de tus tonterías. ¿Por qué haces esto? ¡Dímelo ahora mismo! —gritó la mujer, que estaba a punto de perder los estribos.
Sin embargo, Zayron se limitó a encogerse de hombros con aire indiferente.
—En realidad, mi intención era vengarme de él por haberte estado acechando durante medio año. Quería que supiese que no debía meterse con mi Mami si sabe lo que le conviene —comenzó el niño, y Bailey sintió que su corazón se derretía al escuchar aquellas palabras. Estaba a punto de plantarle un beso en la mejilla, pero entonces Zayron continuó hablando—: Si quiere demostrar que esos rumores son falsos, Artemis y yo deberemos someternos a una prueba de ADN. Sin embargo, no pienso cooperar si no me da mil millones.
—¡Lárgate! —gritó Bailey, de nuevo furiosa.
En la mansión Luther, Rhonda estaba viendo las noticias cuando escuchó acerca del hijo ilegítimo de Artemis; quedó tan conmocionada, que el móvil resbaló de sus manos y cayó al suelo.
—¡Es imposible! ¿Cómo puede tener otro hijo Artemis? Hasta donde yo sé, se ha abstenido de tocar a cualquier mujer durante los últimos tiempos. Sí, se acostó con Bailey hace ocho años, pero aquello fue sólo porque su hermano le tendió una trampa. Eso significa que mi hermanastra es la única mujer con la que Artemis ha tenido sexo. ¿Cómo es posible que un niño que anda por ahí fuera se parezca tanto a él? ¿Qué diablos pasa?
Rhonda pensó en diferentes escenarios que pudiesen haber conducido a esa situación, pero sólo se le ocurría uno factible. «No me digas que aquella la fastidió entregándole a los dos bebés. No es posible. ¡Necesito llegar al fondo de este asunto!» gritó ella dentro de su cabeza.
¡Riiing! Los siniestros pensamientos de Rhonda quedaron interrumpidos por el tono de llamada que emitió su móvil de repente. Se agachó para observar la pantalla, y descubrió que era su madre quien la llamaba.
—Hola, ¿Mamá? ¿Pasa algo?
—Ronnie, ¿has visto lo que dicen en Twitter? ¿Es cierto que Artemis tiene un hijo ilegítimo? ¡Ese chico se parece mucho a él!
Rhonda apretó los dientes con rabia.
—Sospecho que se trata del otro hijo que engendraron Bailey y Artemis. Mamá, ¿puedes encargarte de investigar este asunto? No puedo permitir que esa mujer tenga la menor oportunidad de regresar, o de lo contrario, seré expulsada de la familia Luther.
—¡Maldita sea! Pensé que ella se había marchado al extranjero. ¿Por qué ha regresado? Necesito sondear a fondo qué ocurre, y descubrir si ese niño es realmente hijo de Artemis. En ese caso…
—Mátalo —completó Rhonda en tono siniestro.
—Por supuesto. Deberías contactar también con la señora Luther; ella adora a Maxton, así que puedes usar ese cariño en favor tuyo. Asegúrate de que tenga claro lo repugnante que es Bailey, para que no exista la menor posibilidad de que ella se case con Artemis y entre a formar parte de la familia Luther.
En el estudio, Artemis contemplaba sin pestañear las fotos de su supuesto hijo ilegítimo. Se sentía paralizado por la sorpresa, tanto por el chico en sí, como porque aquella publicación hubiese acumulado tres millones de visualizaciones en apenas una hora. Esa noticia había generado aún más revuelo que el nacimiento de Maxton, posiblemente porque el niño de las fotos se parecía más a él que su propio hijo legítimo.