Samantha gritó aterrorizada, con la cara llena de miedo mientras miraba a Faceless, sacudiendo con vigor la cabeza. El dolor de su cara era insoportable y no necesitaba un espejo para saber lo poco atractiva que se veía en ese momento.
A Faceless le gustaba atormentar a Samantha, así que no la dejaría escapar con facilidad. Cuanto más se resistía Samantha, más excitado se ponía Faceless. Como resultado, Faceless estaba decidida a mostrarle a Samantha su estado actual. Tras recoger con indiferencia un espejo de una mesa cercana, lo colocó justo delante de Samantha.
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