Rainie golpeó brusca la taza contra la mesa y luego levantó la cabeza para mirarlo.
—¿Se ha resuelto el asunto? Si es así, ¿puedo marcharme? Si no, dame un abortivo y déjame deshacerme de esta carga. Una vez que el niño se pierda, su familia ya no tendrá motivos para detenerme. Estaré más que feliz de hacerlo.
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