Capítulo 23: Emocionante
—Piérdete —espetó Artemis, tras lo que agarró la pila de documentos que descansaba sobre su mesa y la estrelló contra la cabeza de ella—. Si no quieres morir, deja de poner a prueba mi paciencia o acabaré contigo —gruñó. Rhonda, aterrada por el odio glacial que destellaba en los ojos de Artemis, retrocedió unos pasos. En ese momento, creyó plenamente las palabras de él: si continuaba fastidiándole, la asesinaría. Artemis no se caracterizaba por ser un hombre tierno y considerado; muy por el contrario, tenía un pasado complejo, y en ocasiones había tenido que ensuciarse las manos. De hecho, era conocido por lo cruel que podía llegar a ser. Aquellas personas que le habían tratado de dañar sufrieron sin excepción terribles consecuencias—. Si no te marchas ahora mismo, enviaré a Maxton al extranjero. En cuanto a ti, te convendría empacar tus bártulos y mudarte de regreso a la residencia Jefferson —se burló él.
Rhonda, con los ojos abiertos como platos, le lanzó una mirada de incredulidad. «¿Por qué? ¿Por qué? Es evidente que está a punto de perder el control, así que ¿por qué no quiere tocarme?» se preguntaba ella, perpleja. Incluso en una situación tan límite como ésa, Artemis seguía sin manifestar el menor interés hacia ella, y cuando se dio cuenta, supuso un golpe devastador para su autoestima. En ese momento, Rhonda se tambaleó hasta la puerta bajo la feroz mirada de Artemis; de pronto, el despacho se había convertido en un lugar tan deprimente y asfixiante, que no se sentía capaz de permanecer entre esas cuatro paredes ni un segundo más. Mientras trastabillaba para alejarse, el corazón de Rhonda se iba colmando de odio y furia. Los celos y la indignación que sentía alcanzaron su punto límite, y cada célula de su cuerpo gritó de rabia.
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