Cuando se dio cuenta de que había conseguido amilanarle, en el rostro de Bailey se dibujó una mueca de frustración. «¿Soy tan feroz? ¿De verdad me tiene miedo? Lo único que he hecho es mirarle» se dijo para sus adentros, y decidió cambiar de tema.
―Una pregunta, ¿cómo has lidiado con los rumores que se propagaron por Hallsbay? —preguntó ella de pronto.
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