En ese momento, la mente de Bailey se nubló, los ojos se le pusieron en blanco y perdió el conocimiento; habría caído al suelo si no fuese porque Artemis la sostuvo en el último momento.
—Debéis cuidarle bien. No permitiré que le pase nada malo. ¿Ha quedado claro? —le dijo Artemis al médico al cargo.
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