Shannon se apresuró a enjugarse las lágrimas y rodeó con su brazo sano los hombros de su madre antes de subir las escaleras.
—Me van bien las cosas, Mamá, y he llevado una existencia tranquila durante los últimos años: para mí, se terminaron los asesinatos, los tiroteos y el derramamiento de sangre. La vida se ha vuelto tan apacible, que poco a poco he ido olvidando lo que es ser una marioneta sin alma —mintió Shannon.
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