Bailey soltó una risita entre dientes, pues ya había tomado la decisión de tener al bebé; al fin y al cabo, era el resultado del amor entre ella y Artemis, así que no se le ocurría ningún motivo para no seguir adelante con el embarazo. Bailey no sabía qué ocurriría a partir de ese momento, o cómo la atacaría la depresión gestacional; lo único que tenía claro era que quería con toda su alma al niño que crecía en su vientre.
—Hace siete años fui capaz de gestar a tres niños al mismo tiempo yo sola, así que no se me ocurre una sola razón por la que no pueda tener a este bebé, más teniendo en cuenta que en esta ocasión es uno solo. Y tampoco deseo abandonarlo una vez que nazca, así que puedes quedarte tranquila, Felicity: este bebé llegará al mundo sano y salvo —declaró Bailey con gesto serio.
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