—Así que ella lo es todo para ti, ¿eh? Será mejor que recuerdes lo que acabas de decir, Micah; no quiero que de pronto decidas lanzarte y acoses a Shannon —le advirtió Holden.
En lugar de responder, Micah salió del cuarto dando grandes zancadas. Todo lo que habían pasado, tanto juntos como por separado, terminó por cambiarles hasta la médula. Por ello, y aunque Micah sabía que la posibilidad de estar con ella era inviable, la humilde devoción que sentía por Shannon era una declaración en sí misma, aparte de la única vía de escape que podía darle a sus sentimientos.
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