—Señorita Lewitt, enhorabuena por convertirse en la Guerrera de Oro de Tarragon.
Vestida de negro, Dawn caminaba con paso seguro por el pasillo del campo de entrenamiento. A su paso, las palabras de felicitación resonaban en sus oídos, aunque ahora era adulada por los demás, no había ni un atisbo de arrogancia o autosatisfacción en su rostro. Respondía a las felicitaciones con una modesta sonrisa.
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