Bailey quiso negar con la cabeza, pero sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver la mirada oscura de él, si se atrevía a volver a sacudir la cabeza, aquel hombre seguro le haría pasar un mal rato y hoy no saldrían de la habitación.
En cualquier día normal, eso no sería un gran problema. Lo peor que pasaría sería que se burlaran de ella, sin embargo, hoy las cosas eran diferentes, ya que había muchos invitados en la Residencia Luther. Si se encerraran en su habitación todo el día, sin duda se convertirían en el blanco de las bromas.
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