Artemis y Bailey caminaban por el jardín delantero, rodeadas de una gran multitud mientras se dirigían a la casa principal, aunque Bailey se tapaba la cara con el ramo, con el rabillo del ojo pudo ver a la multitud. Reconoció las caras: eran todos sus familiares y amigos.
Antes, nunca había imaginado que podría tener una boda tan grandiosa o que estarían aquí para despedirla con sus bendiciones, en esos momentos se encontraba inmersa en ella, le parecía un sueño, lo más feliz del mundo no era otra cosa que caminar hacia el altar con la persona amada rodeada de amigos y familiares y recibir sus más sinceras bendiciones.
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